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Fuente: Escuela Madrileña de Salud

El 19 de octubre se celebra el día mundial contra el cáncer de mama con el objetivo de concienciar a la sociedad de la importancia de la investigación y el diagnóstico precoz de esta enfermedad.

El cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres occidentales y se considera la primera causa de muerte por cáncer en el sexo femenino. Pero aproximadamente un 1% de los cánceres de mama se producen en los varones.

La buena noticia es que la supervivencia (probabilidad de no morir por esta causa) va aumentando cada año, gracias a los nuevos tratamientos y al diagnóstico temprano de la enfermedad.

La mujer debe conocer sus mamas, realizándose exploraciones periódicas de las mismas. Ante cualquiera de los siguientes síntomas debe consultar a su médico de familia:

  • Un bulto o zona engrosada
  • Un cambio en el tamaño o la forma.
  • Cambios en la piel, aparición de eczemas.
  • Hundimiento del pezón.

 

CAMBIOS FIBROQUÍSTICOS

A veces aparecen cambios en la mama que son frecuentes y benignos y que se relacionan con el ciclo hormonal de la mujer.

Pueden producir sensación de molestias o tumefacción en la mama, pero no se considera patológico y reciben el nombre de cambios fibroquísticos de la mama. No se relaciona con el cáncer de mama en ausencia de otros factores de riesgo.

Los quistes pueden ser milimétricos y pasar desapercibidos (lo más frecuente, ya que aparecen en la mayoría de las mujeres sanas), o ser muy grandes y palpables fácilmente.

Los cambios fibroquísticos pueden aparecer desde que se desarrolla la glándula mamaria con la pubertad. Su frecuencia aumenta en la segunda década de la vida y es máxima a los 40 – 50 años, disminuyendo con la menopausia.

Lo más frecuente es que no produzca ningún síntoma, ya que, como hemos dicho, forma parte de la normalidad de la mama, pero, en algunas mujeres, produce molestias mamarias localizadas en puntos concretos o en toda la mama, o sensación de tener un nódulo o bulto en el pecho, que puede ser un quiste o un acúmulo fibroquístico (muchos quistes milimétricos juntos). 

Aprender a explorarte a ti misma y conocer tu pecho te ayudará a no preocuparte, salvo que aparezcan cambios significativos.

Es decir, una mujer con mastopatía fibroquística o cambios fibroquísticos, en ausencia de otros factores o síntomas, no tiene más riesgo de desarrollar cáncer de mama, por lo que no requiere seguimiento ni tratamiento especial.

 

PREVENCION. MAMOGRAFÍA

Debido a su frecuencia, muchas mujeres viven con miedo a padecer cáncer de mama.

Existen varios tipos de prevención a nuestro alcance.

Por un lado, evitar factores de riesgo siguiendo hábitos de vida saludables y, por otro, hacer un diagnóstico precoz que permita detectarlo muy pequeño.

Hoy en día, el método de diagnóstico precoz de cáncer de mama aceptado para la mayoría de las mujeres es la mamografía (radiografía de las mamas), aunque hay métodos más precisos en investigación. Las mamografías solo sirven para diagnosticar y, por tanto, ven el cáncer cuando ya está presente. 

La mamografía, a pesar de que emite radiación, se considera una técnica segura, aunque no conviene realizarla seguidamente en intervalos inferiores a un año.

Para conseguir una imagen adecuada, la mamografía precisa comprimir (apretar) la mama durante unos segundos, lo que puede resultar molesto.

En ausencia de otros factores de riesgo, conviene realizarse una mamografía cada dos años, entre los 49 y los 69 años. 

 

PREVENCIÓN. FACTORES DE RIESGO

Hay que destacar que la prevención es el eslabón sanitario de mayor proyección, con el objetivo de poder evitar la aparición de enfermedades.

Debido a su frecuencia, un gran número de mujeres tiene algún familiar con cáncer de mama, lo que no significa necesariamente que éste tenga un componente genético y que se transmita en la familia.

A rasgos generales, se debe sospechar un componente hereditario cuando hay un familiar de primer grado (madre, hermana o hija) que tuvo el cáncer muy joven o varios casos en la misma familia.

No olvidemos que una familia determinada puede tener más propensión al cáncer de mama por compartir hábitos u otros factores de riesgo, como son la obesidad o la vida sedentaria, sin tener ningún componente hereditario.

Si tienes dudas, lo mejor es que consultes a tu médico de atención primaria o a tu ginecólogo.

Existen diversos factores de riesgo que pueden desencadenar el cáncer de mama. Algunos no pueden modificarse como: los antecedentes genéticos, la edad y un sistema inmunológico afectado. Otros son modificables y entre ellos destacan: hormonas sexuales externas o exógenas, factores reproductivos, sobrepeso, alcohol, tabaco, actividad física y estilo de vida.

En cuanto a los factores de riesgo modificables, es decir, sobre los que podemos incidir, podríamos diferenciar los que están relacionados con la historia ginecológica y obstétrica de la mujer y aquellos relacionados con su estilo de vida.

En cuanto al uso de terapia hormonal sustitutiva en la menopausia, se ha demostrado que el uso prolongado del mismo (más de 10 años) puede asociarse a mayor riesgo, pero no su uso durante periodos cortos de tiempo. 

Por otro lado, el no haber tenido hijos (nuliparidad) también es considerado un factor de riesgo para este tumor, al contrario que la lactancia materna (a mayor tiempo de lactancia materna, mayor anulación de ciclos ovulatorios y menor riesgo de cáncer de mama) y el embarazo, considerándose este último, un factor protector frente al cáncer de mama. 

Cuanto menor sea la edad de la primera gestación mayor es el efecto protector sobre el cáncer de mama. De hecho, el efecto protector no se observa si se comparan mujeres nulíparas con mujeres con gestaciones a edades superiores a los 35 años.

Existen otros factores asociados al estilo de vida sobre los que podemos incidir con mayor facilidad o, por lo menos, más personalmente.

En el tejido adiposo se sintetizan estrógenos, por lo que, en la mujer con obesidad, los estrógenos circulantes son un 50 a un 100% más elevados que en la mujer sin obesidad. Por lo que, a mayor índice de masa corporal, mayor riesgo de cáncer de mama, durante la menopausia. 

Por otro lado, el consumo de alcohol, los turnos de trabajo nocturnos (por supresión de la producción de melatonina) y la exposición a radiaciones ionizantes de carácter terapéutico en edad joven son factores que se han asociado a un incremento del riesgo de cáncer de mama. 

La realización de ejercicio físico de forma regular disminuye el riesgo de desarrollar este tumor, sobre todo en mujeres después de la menopausia. 

El consumo de tabaco no se puede considerar un factor de riesgo para este tipo de neoplasia, puesto que en los estudios no ha podido ser confirmado. 

En cuanto a la alimentación, se ha demostrado que el seguimiento de una dieta mediterránea, así como la ingesta de frutas y verduras, disminuye el riesgo de cáncer de mama, pero no pueden considerarse, hoy por hoy, factores protectores.

Por tanto, la promoción de la salud comienza con una correcta prevención y si mejoramos el estilo de vida, mejoramos nuestra salud y nuestra vida.

 

ALIMENTACIÓN, ACTIVIDAD FÍSICA, OBESIDAD Y EL CÁNCER DE MAMA

Un estilo de vida saludable basado en ejercicio físico habitual, alimentación variada y equilibrada, así como evitar el consumo de alcohol y tabaco, reducen de forma importante el riesgo de desarrollar cáncer. 

Son los factores de riesgo modificables en prevención primaria; pero también, ayudan en las personas que ya lo padecen. Tras el diagnóstico de cáncer de mama, estos hábitos saludables ayudan a recuperarse de las secuelas de los tratamientos, contribuyendo a mejorar su calidad de vida.

El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. 

La obesidad es un factor de riesgo para la aparición de cáncer de mama en mujeres tras la desaparición de la menstruación (postmenopáusicas). Además, la obesidad se asocia a otras enfermedades como son la hipertensión arterial, la diabetes y la enfermedad cardiovascular. 

La obesidad puede prevenirse, por lo que se recomienda tomar medidas para conseguir una alimentación variada y equilibrada manteniendo un peso adecuado, puesto que proporciona beneficios en la salud.

Tras el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de mama, es común el aumento de peso. Esto se debe principalmente a la confluencia de tres hechos:

  • El primero es el cambio en el estilo de vida, sobre todo en relación con un aumento de la ingesta calórica y disminución de la actividad física.
  • El segundo, las modificaciones en el estado hormonal en las mujeres.
  • Y el tercero, el tratamiento con moduladores selectivos de receptores estrogénicos, como es el tamoxifeno (hormonoterapia). 

El tratamiento con tamoxifeno (hormonoterapia) tiene un claro impacto negativo sobre la composición corporal y más de la mitad de las pacientes con cáncer de mama recibirán este tratamiento.

Tras el diagnóstico del cáncer de mama, es importante mantener, e incluso mejorar, su estado nutricional, porque de esta forma se ayuda a tolerar mejor los tratamientos y tener menos complicaciones y secundariamente, mejora la adherencia al mismo. 

Además, se sabe que la obesidad puede influir incluso en la aparición de acúmulo de líquido (linfocele) y/o edema de brazo (linfedema) tras la cirugía de cáncer de mama. Estas complicaciones van a condicionar y limitar la calidad de vida de las mujeres. Por lo que es otro motivo más para abordar la prevención de obesidad de forma conjunta con la mujer.

La práctica de ejercicio físico (aérobicos, de resistencia y flexibilidad) ha demostrado ser seguro antes, durante y después de los tratamientos del cáncer de mama, siempre adaptados a dichos tratamientos y al estado de la paciente.

 

TIPOS DEL CÁNCER DE MAMA Y SU TRATAMIENTO A GRANDES PINCELADAS

El cáncer de mama es el tumor maligno originado en las células y estructura de la glándula mamaria y es el tumor más frecuente en mujeres de todo el mundo.

La edad comprendida entre 45-65 años es la de mayor incidencia.

La gran mayoría de los casos de cáncer de mama se diagnostican en etapas precoces cuando el tumor está localizado en la glándula mamaria y/o en la axila, y los tratamientos utilizados tienen como objetivo la curación de las pacientes.

Actualmente, el número de personas con casos nuevos de cáncer de mama (incidencia) y el número de personas que tienen este diagnóstico (prevalencia), se encuentran en aumento, lo cual se puede explicar por varios factores:

  • Avance de las técnicas de detección temprana.
  • Aumento de la esperanza de vida y envejecimiento de la población.
  • Cambio en los hábitos de vida de la población y mayor exposición a factores de riesgo.
  • Aumento en el éxito de tratamientos oncológicos y aumento de la supervivencia de las pacientes con cáncer de mama.

El cáncer de mama es una enfermedad compleja y heterogénea que engloba varios subtipos de tumores con formas de presentación, pronóstico y tratamientos muy diferentes.

Para diagnosticar a una paciente de cáncer de mama es necesario realizarle una toma de tejido del tumor (biopsia) y, posteriormente, realizar un estudio al microscopio (estudio anatomopatológico) para poder llegar a un diagnóstico correcto y completo.

En este sentido, para el diagnóstico habrá que tener en cuenta tres aspectos del tipo de tumor: su capacidad de invasión, el tipo de células y la expresión de diferentes receptores en la membrana de las células tumorales.

Tipo de cáncer de mama según su capacidad de invasión:

  • In situ cuando se produce una proliferación maligna en el conducto de la glándula mamaria, sin capacidad de invadir o infiltrar el resto de la glándula mamaria, ni de extenderse a otros tejidos u órganos, en forma de metástasis.
  • Infiltrante que se caracteriza por su capacidad de proliferar e invadir el resto de la glándula mamaria; así como, de extenderse a otros tejidos u órganos en forma de metástasis.

Tipo de cáncer de mama según el tipo de células:

Dependiendo de en qué parte de la glándula mamaria se origine, es decir, según el tipo de células, el cáncer de mama se diferencia en dos tipos:

  • Carcinoma ductal: cuando la proliferación celular maligna se origina en las células de los conductos mamarios. El subtipo ductal es el más frecuente.
  • Carcinoma lobulillar: cuando la proliferación celular maligna se origina en los lobulillos mamarios.

Tipo de cáncer de mama según la expresión de los receptores en la membrana celular (subtipo histológico):

  • tumores que expresan receptores hormonales: estrógenos y progesterona (subtipo más frecuente)
  • tumores que expresan la proteína Her2
  • tumores que no expresan ninguna de estas moléculas en la membrana de las células que lo forman (denominados tumores triple negativos).

La decisión del tratamiento del cáncer de mama de una paciente se basa en estas diferencias.

Para el diagnóstico completo del cáncer de mama y conocer si la enfermedad está localizada o no, será necesario también realizar estudios de imagen. Con ellos se podrá saber si la enfermedad se ha extendido a otros tejidos u órganos en forma de metástasis.

Tratamiento del cáncer de mama

En la práctica general, el tratamiento del cáncer de mama se basa en una combinación de diferentes terapias: cirugía, tratamiento con medicamentos (tratamiento oncológico) y tratamiento radioterápico.

El tratamiento oncológico puede ser tratamiento hormonal, quimioterapia o tratamiento antiHer2, siendo estos dos últimos exclusivos para el cáncer de mama infiltrante.

El tratamiento más habitual que se realiza según el tipo de tumor de mama es:

  • Tumores localizados: la cirugía constituye el pilar fundamental del tratamiento.Sin embargo, en determinadas situaciones la quimioterapia antes o después de la cirugía se convierte en una estrategia muy importante para aumentar las posibilidades de curación.
    Para aquellas pacientes con tumores que expresen receptores hormonales se deberá plantear un tratamiento hormonal después de la cirugía.
    Por otro lado, para aquellas pacientes con tumores que expresen la proteína Her2 deben considerarse tratamientos dirigidos al bloqueo de dicha proteína y que podrán ser administrados tanto antes como después de la cirugía, o en ambas situaciones en algunos casos.
    Tras la cirugía, la radioterapia siempre debe ser valorada.
  • Tumores avanzados o con metástasis: se debe plantear un tratamiento oncológico basado en el subtipo de tumor. Este podrá realizarse mediante quimioterapia, tratamientos hormonales o tratamientos antiHer2, los cuales se podrán usar de forma individual, combinada o secuencial.
    Tanto la cirugía como la radioterapia pueden ser necesarias en algunos casos.

 

¿QUÉ TE OPERAN CUANDO TE OPERAN DE CÁNCER DE MAMA?

Tras confirmar el diagnóstico de un cáncer de mama el médico debe seleccionar el tratamiento primario más adecuado en función de factores relacionados con el tipo de tumor, su extensión y las características de cada paciente.

En algunos casos se realizan tratamientos médicos antes de la cirugía, llamados tratamientos médicos neoadyuvantes, como son la quimioterapia u hormonoterapia. Aunque antes estaban reservados en casos de cáncer de mama avanzados, en los últimos años, se ha extendido su uso incluso, en etapas iniciales.

Según cada caso y considerando los antecedentes familiares, la edad y el tipo de tumor, se podrá remitir a la paciente para que sea valorada por una unidad de consejo genético para descartar un cáncer hereditario o familiar.

En los casos de pacientes jóvenes que precisen quimioterapia, también podrán ser valoradas por una unidad de reproducción asistida, para valorar la preservación de la fertilidad.

El tratamiento quirúrgico, aparte de tener como objetivo controlar localmente la enfermedad, permite un estudio completo del tumor y la valoración de los ganglios regionales. Ello permitirá establecer el pronóstico de la enfermedad y el riesgo de recaída. Siempre que sea factible, la cirugía conservadora se considera el tratamiento estándar del cáncer de mama. No existe un tamaño que contraindique por completo la conservación mamaria, sino que depende de la relación entre el tamaño del tumor y el tamaño de la mama.

 Los objetivos de la cirugía conservadora son:

  • Resecar el tumor con márgenes de seguridad para minimizar el riesgo de que el tumor   vuelva a aparecer en esa zona.
  • Adecuado resultado estético.

De tal manera que la intervención quirúrgica de un cáncer de mama consta de dos partes:

  • Cirugía de la mama.
  • Valoración de los ganglios axilares. Dado que la afectación de los ganglios axilares sigue siendo uno de los factores pronósticos más importantes en el cáncer de mama, está indicado realizar una cirugía axilar para conocer si los ganglios axilares están afectados o no.

Siempre que sea posible, se recomienda la biopsia selectiva del ganglio centinela. Ésta consiste en extirpar, durante la cirugía de la mama, el primer ganglio que recibe el drenaje del tumor que se va a extirpar. Así el análisis microscópico (análisis anatomopatológico), se realiza mientras tiene lugar la cirugía (intraoperatoriamente).

En aquellos casos en los que dicho ganglio centinela esté afectado por metástasis del cáncer de mama, la cirugía estará condicionada a la realización de una resección más extensa de los ganglios axilares, conocida como linfadenectomía axilar.

Después de llevar a cabo la cirugía conservadora de la mama, la radioterapia sobre la misma disminuye el riesgo de que reaparezca la lesión nuevamente y, además, aporta un beneficio en la supervivencia.

La radioterapia se administra cuando el proceso de cicatrización esté finalizado y haya terminado el tratamiento con quimioterapia, si la hubiera.

Tras la operación, la reconstrucción mamaria engloba una serie de técnicas quirúrgicas de cirugía plástica dirigidas a minimizar las secuelas estéticas y funcionales de la cirugía del cáncer mama. Pero siempre estará supeditada a la seguridad oncológica.

La valoración y la técnica de reconstrucción será en todo caso personalizada para cada paciente.

Será reconstrucción mamaria inmediata aquella que se realiza o se inicia en la misma intervención que se realiza la extirpación del tumor o la mastectomía.  Y será la primera opción inmediata, ya que presenta beneficios obvios, tanto en el resultado y bienestar de las pacientes, como en el uso más eficiente de los recursos. En ella se moviliza el tejido mamario restante o se incorpora tejido de zonas vecinas para minimizar la secuela estética de la extirpación.

En algunos casos no se puede, o no se recomienda la reconstrucción inmediata, por motivos derivados del tumor, de la propia paciente o de las características del centro. Entonces se realizará una reconstrucción mamaria diferida en el tiempo. Es decir, se pospone hasta un mejor momento, que suele coincidir con el final del tratamiento oncológico del tumor.

Esta reconstrucción va dirigida a construir una nueva mama, lo más adecuada posible a la constitución de la paciente, buscando siempre la simetría. Hay múltiples técnicas que se pueden clasificar en técnicas que utilizan prótesis o implantes y aquellas que utilizan el propio tejido de la paciente. También puede ser necesario combinar prótesis y tejidos propios

El último paso en el proceso de reconstrucción mamaria consiste en la creación de una nueva areola con su pezón, que se recrea mediante una pequeña intervención ambulatoria bajo anestesia local, utilizando la propia piel de la zona. 

Pero es importante saber que, si bien la reconstrucción mamaria es una opción que debe ofrecerse a todas las pacientes, siempre que sea posible, no constituye una parte obligatoria del tratamiento de su cáncer de mama. Si bien los beneficios funcionales, psicológicos y estéticos están ampliamente descritos, es decisión de cada paciente someterse o no a la reconstrucción mamaria después de una información adecuada en consulta. 

 

CANCER DE MAMA Y SEXUALIDAD

La sexualidad y el sexo son unos de los pilares más importantes de la vida del ser humano ya que tienen que ver con la satisfacción y el placer; pero también, con la expresión y la comunicación interpersonal.

Una vida sexual sana mejora la autoestima, la autoimagen y la sensación de bienestar en cualquier etapa de la vida o en cualquier situación.

Por lo tanto, ante un cáncer de mama, no debe olvidarse de estos aspectos tan fundamentales para su calidad de vida.

De forma general, ante cualquier pérdida de la salud, se puede perder el deseo sexual, sobre todo en las primeras fases de la enfermedad. Puede deberse a cambios en el estado de ánimo de la paciente, con la existencia de una posible depresión o ansiedad reactiva que pueda aparecer como consecuencia de la existencia del cáncer, pero también por los efectos secundarios del tratamiento como, por ejemplo, de la quimioterapia.

En un proceso como el cáncer de mama es muy importante que la comunicación de la pareja sea sincera y fluida. Puede ser que la sexualidad en este periodo se base en la intimidad mientras se vaya recuperando la actividad sexual previa a la vez que se va recuperando de la enfermedad.

 

FERTILIDAD

La quimioterapia tiene muchos efectos secundarios y uno de ellos es que en mujeres jóvenes que tienen la regla puede desarrollar un fallo ovárico. Esto significa que al fallar el ovario la paciente entra en una menopausia muy bruscamente y entonces se suman los síntomas de ésta.

En esta menopausia provocada se pueden producir sofocos, insomnio, alteraciones del ánimo y, con respecto a la sexualidad, podría producirse sequedad vaginal, tirantez y picor en la vulva y/o dolor con las relaciones sexuales con penetración.

Ante esta menopausia precoz hay que estar muy pendiente de la salud íntima para minimizar los síntomas. Muchos productos disponibles en la farmacia podrán ayudarte en este aspecto.

En el caso en que estos productos no fueran del todo eficaces, hay otras técnicas más modernas para conseguir el rejuvenecimiento de las mucosas y de la piel. Estas técnicas son el láser y la radiofrecuencia vulvovaginales, que los ginecólogos utilizan para que la mucosa de la vagina y la piel de la vulva se estimulen y mejoren su calidad y así, evitar los síntomas típicos de la menopausia que ya hemos comentado.

Hay mujeres que padecen un cáncer de mama y que reciben el tratamiento con quimioterapia, pero no entran en menopausia. Por tanto, esta paciente es fértil y podría quedarse embarazada, lo que no sería conveniente por los tratamientos tóxicos que suelen utilizarse.

En este caso se aconseja que utilicen algún método anticonceptivo para realizar relaciones sexuales sin riesgos de embarazo no deseado.

El método anticonceptivo más recomendable sería la inserción de un dispositivo intrauterino (DIU) no hormonal, pues son seguros y eficaces.

El cáncer de mama puede aparecer en mujeres jóvenes y, este hecho, unido al retraso en la edad del primer embarazo de las mujeres españolas, hace que aumenten los diagnósticos de cáncer de mama en mujeres que no han cumplido sus deseos genésicos. Es decir, que todavía no han tenido hijos.

La supervivencia de las pacientes con cáncer de mama ha ido mejorando notablemente en los últimos años, gracias a las campañas de detección precoz y la mejora de la eficacia de los tratamientos empleados, entre ellos la quimioterapia. Pero, uno de los inconvenientes del tratamiento con quimioterapia que reciben estas mujeres, es la pérdida de la función reproductiva, total o parcialmente. 

Como solución a ese inconveniente, en el momento del diagnóstico y antes del tratamiento oncológico, a la paciente se le ofrece la posibilidad de preservar la fertilidad y, de esta forma, que pueda llegar a ser madre tras recuperarse del cáncer de mama. Se hace con técnicas seguras para la paciente y que no empeora el pronóstico de su cáncer de mama. 

Por tanto, después del tratamiento del cáncer de mama (cirugía, quimioterapia, radioterapia y/o tratamiento hormonal) es posible el embarazo. Si bien el planteamiento de un embarazo tras un cáncer de mama debe estar planificado y ser conocido por los médicos responsables, ginecólogo y oncólogo.

La principal premisa es que se haya completado el tratamiento oncológico. Se recomienda posponer el embarazo al menos 2 años tras el diagnóstico del cáncer de mama y al menos hasta 5 años, en aquellos casos de cáncer en estadio avanzado.

El seguimiento del embarazo debe realizarse en una unidad de alto riesgo obstétrico y siempre con el conocimiento del oncólogo, para que de manera conjunta se controle el progreso del embarazo y el transcurso de la enfermedad.

En el caso de diagnóstico durante el embarazo, éste puede continuar. Aunque es recomendable la valoración de la paciente en un centro con todos los especialistas médicos implicados: ginecólogo, obstetra, oncólogo y pediatra. De forma conjunta y en función del momento del diagnóstico del cáncer y las semanas de embarazo, se establecerá el tratamiento más adecuado en cada caso.

Este tratamiento podrá ser: la cirugía o la quimioterapia.

La cirugía se puede realizar con seguridad en todos los trimestres del embarazo; mientras que la quimioterapia no debe emplearse durante el primer trimestre de embarazo porque puede ocasionar mayor riesgo de aborto y malformaciones fetales.

En la medida de lo posible, se prolongará la gestación hasta las 36-37 semanas.

 

TOMA DE DECISIONES

En el caso del cáncer de mama, es fundamental la participación de la paciente en la decisión del tratamiento, de modo que la paciente decida sobre su tratamiento de forma conjunta con el equipo sanitario. Para ello, la paciente tiene que contar con toda la información necesaria. 

La toma de decisiones compartida mejora el conocimiento sobre las alternativas de tratamiento, reduce la incertidumbre y aumenta la adherencia a las recomendaciones elegidas. 

 

REHABILITACION

La rehabilitación del cáncer de mama de aborda en aspectos físicos, psicológicos y sociales, de modo que se mejore la adaptación de la paciente al entorno en esta fase distinta de su vida. 

Hay que propiciar la vuelta al trabajo habitual para normalizar su vida, facilitar el retomar sus actividades de la vida diaria, participar en actividades de ocio, deportivas y reiniciar las relaciones sociales y familiares.

Para ello los médicos y personal sanitario, dan recomendaciones en cada una de las etapas por las que pasa la paciente. De este modo se mejorará la recuperación y se evitarán complicaciones como:

  • Pérdida de movilidad del brazo.
  • Disminución de la fuerza
  • Aparición de linfedema que es un edema en la región de la mama, tronco o brazo tratado.
  • Dolor en la axila, mama, brazo o pared torácica tratadas.
  • Alteraciones sensitivas en la piel.
  • Alteraciones en el funcionamiento de los nervios periféricos.
  • Aparición de cuerdas fibrosas en el brazo.
  • Presencia de adherencias, dolor o tirantez cicatricial.

Entre todos sus cuidados diarios, se le aconseja:

  • Usar jabón neutro, secarse bien e hidratarse la piel a diario.
  • Usar ropa holgada no apretada.
  • No llevar pulseras, reloj ni anillos ajustados en el brazo tratado.
  • Utilizar un sujetador de algodón sin aros.
  • No cortar cutículas ni padrastros de las uñas, realizando la manicura con cortaúñas.
  • No someter al brazo a calor excesivo como agua caliente, sol, saunas, spas, etc.
  • Depilarse con maquinilla eléctrica o crema, evitando la depilación con cera o con cuchillas.
  • No extraer sangre, ni poner vacunas, ni hacer tomas de tensión arterial con tensiómetro en el brazo del lado tratado.
  • Utilizar dedal para proteger los dedos de pinchazos mientras cose.
  • No emplear sustancias tóxicas sin la protección de guantes en las manos.
  • Ser muy precavido para evitar quemaduras en la piel que puedan provocar complicaciones, por ejemplo, con la plancha, horno, estufas, etc.
  • Ser muy cauto con las mordeduras, arañazos y picaduras de insectos.
  • Utilizar guantes si realizan labores de jardinería.
  • Evitar hacer ejercicios vigorosos y repetitivos.
  • No cargar peso excesivo en el brazo afectado.

Si apareciera alguna complicación, el personal sanitario acompañará a la paciente en el tratamiento para mejorar cada una de ellas.

El ejercicio, tanto aeróbico, como de fuerza, y adaptado y con un correcto seguimiento del personal sanitario, será de gran ayuda en la rehabilitación.

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